Pese a todas las consecuencias nefastas que ha tenido la crisis, tanto para los trabajadores como para las empresas, también ha tenido un efecto que podríamos calificar de positivo: ha supuesto un gran estímulo para que muchos se lancen a aprender idiomas. Como es natural, en un contexto de vacas flacas muchos aprovechan para potenciar sus capacidades mediante estudios suplementarios, ya se trate de una segunda carrera, un máster o… aprender una nueva lengua.
Ya hemos insistido en más de una ocasión en que poco a poco deja de ser cierto el cliché según el cual los españoles tenemos un paupérrimo dominio del inglés. Por ejemplo, se estima que desde 2010 ha crecido en un 150 % el número de personas que se han matriculado en academias privadas de idiomas. Y lo mismo ocurre con los certificados de nivel -como las pruebas de IELTSy Cambridge-, cuya demanda no ha dejado de incrementarse con el tiempo. No cabe duda de que, de aquí en unos pocos años, el dominio de otros idiomas crecerá a buen ritmo en nuestro país.
Igual de interesante es comprobar que el empuje de algunas lenguas cuyo estudio antes estaba restringido a un pequeño número de alumnos se ha incrementado notablemente. Por ejemplo, hasta hace no mucho el alemán apenas era estudiado por profesionales de sectores muy concretos; lo consideraban una lengua importante para los negocios, en efecto, pero no un idioma que fuera ‘útil para el ciudadano común’. En esta noticia de 2015 se señala que, sin embargo, hoy día es la segunda lengua más estudiada en España, por delante incluso del francés. Idioma que, en cualquier caso, también ha visto incrementados sus números en los últimos años.
Según la Fundación para la Investigación y Desarrollo de la Cultura Española (Fidescu), hasta un 70 % de las nuevas ofertas laborales incluyen como condición que los demandantes de empleo manejen una segunda lengua. Esto, unido a las dificultades de muchos jóvenes para encontrar trabajo, es un dato clave para entender la situación en la que nos encontramos. Y, por supuesto, cada vez es más habitual la búsqueda de empleo en el extranjero; dado que no siempre es posible encontrarlo en un país de habla hispana o inglesa el conocimiento de una tercera lengua puede resultar crucial.
No obstante, mucho cuidado con las prisas. Aprender una nueva lengua es algo que requiere una importante inversión de tiempo y esfuerzo, por lo que los “cursos milagro” –igual que las “dietas milagro”- son, por definición, un engaño: ya se trate de quienes se anuncian con falsos reclamos de títulos oficiales, de quienes prometen hacerte avanzar de nivel en periodos de tiempo escandalosamente breves o de los que contratan profesores sin la titulación y/o conocimientos adecuados, han proliferado los centros que no cumplen las mínimas garantías exigibles. Hace algunos meses publicamos en este blog un artículo que te ayudará a detectar los conocidos como ‘chiringuitos de idiomas’.
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