Por supuesto, el objetivo que casi todos tenemos en mente al estudiar una nueva lengua suele estar relacionado con las oportunidades laborales, viajar a otros países, leer libros extranjeros, etc. Sin embargo, no todos somos conscientes de que el conocimiento de otro idioma implica también cambios en nuestra forma de percibir el mundo. Aunque la lista de ellos puede ser muy extensa, hoy nos centraremos en uno en concreto, que se nos antoja muy relevante en un momento en que la posverdad y las noticias sesgadas campan por sus respetos en internet. Tiene que ver con cómo varía nuestra objetividad en función del idioma en el que filtremos determinada información.
¿A qué nos referimos? A un experimento no demasiado conocido, en el que más de 300 sujetos de Corea y EEUU fueron sometidos a un test por el psicólogo Boyz Kesar y su equipo: el objetivo de la prueba era determinar si nuestra forma de tomar decisiones se ve alterada por el idioma en que nos expresamos. Y el resultado fue bastante sorprendente: cuando nos enfrentamos a una decisión en una lengua que manejamos, pero que no es nuestra lengua materna, reducimos los sesgos emocionales que suelen afectarnos. Es decir, nos comportamos de forma más racional y analítica. En este enlace podéis encontrar una completa explicación de la forma en que esto afecta a nuestras decisiones morales.
Aunque no se sabe a ciencia cierta el motivo por el que esto ocurre, la tesis más aceptada apunta a que, al pensar en un idioma que no es el materno, nos vemos obligados a reflexionar sobre lo que queremos decir y a evitar los automatismos. De esta forma reducimos la carga emocional que suele acompañarnos cuando tomamos decisiones. Una de las claves para entender por qué ocurre esto tiene que ver con las palabras “emocionalmente cargadas”, es decir, términos a los que otorgamos un cierto valor sentimental: por ejemplo, aquellas relacionadas con la muerte y la enfermedad o, por el contrario, con el amor o cosas que nos traen recuerdos agradables. También pueden ser palabras anodinas, pero llenas de significado para nosotros si se tratan, por ejemplo, de algunas que emplearan a menudo nuestros padres o amigos. Al verlas escritas en otro idioma nos resulta más sencillo desprendernos de estos condicionamientos y ceñirnos exclusivamente a lo que el texto dice (y no a lo que a nosotros nos sugiere emocionalmente).
¿Por qué es esto importante? Supongamos que queremos informarnos sobre un tema sensible leyendo el periódico: si nos esforzamos en hacerlo en un idioma con el que estemos familiarizados –inglés, francés, alemán, etc.- tendremos que prestar más atención para no perder el hilo de la noticia, pero, a cambio, filtraremos los datos que contenga sin que nuestro juicio se vea tan contaminado por las emociones. Cuando antes nos referimos a la posverdad, hablábamos de la proliferación de noticias falsas o, cuanto menos, inexactas que suele darse en internet. Incluso, sin ser falsas, muchas noticias se basan en un sensacionalismo que apela antes a nuestros sentimientos que a nuestra cabeza, induciéndonos a reaccionar de forma visceral. Esto, según demuestra el estudio de Kesar, no es tan sencillo cuando empleamos un segundo idioma.
Por supuesto, seguirá siendo fácil que puedan engañarnos si se trata de un tema que no dominemos, pero puede sernos útil leer noticias en otro idioma para poner a prueba nuestra objetividad. De hecho, ya hay quienes amplían el campo de aplicación de este descubrimiento a otros ámbitos, como el de la asunción de riesgos en las inversiones. No cabe duda de que, incluso desde una postura meramente utilitaria, conocer una segunda lengua es incluso más beneficioso de lo que tendemos a pensar.
Y si quieres aprender inglés u otro idioma, como el francés o el alemán, nada mejor que informarte sobre los cursos de International House Madrid. Entre nuestro amplio abanico encontrarás el que mejor se ajuste a tus necesidades.