Bastante tenemos la mayoría de nosotros con escribir con pulcritud, respetando las reglas ortográficas y cuidando la sintaxis, como para encima tener que ocuparnos de que nuestro estilo no sólo sea aseado, sino elegante y grato para el lector. Pensemos, sin embargo, que es posible escribir una frase gramaticalmente intachable y libre de errores, pero que sea farragosa, alambicada o vulgar. No se trata sólo de elegir una palabra que no chirríe, sino de que sea además la apropiada para cada situación. En el blog de International House Madrid trataremos de darte algunas claves para aprender cómo hacerlo sin necesidad de enfangarte en gruesos y técnicos manuales.
Podríamos visualizar una escala que clasificara los diferentes grados de calidad de la escritura: en la base estaría el ágrafo, quien no sabe escribir en absoluto; a continuación tendremos a quien es capaz de comunicar ideas por escrito, pero se expresa de forma incorrecta; más arriba, aquellos cuya escritura es irreprochable desde un punto de vista ortográfico o gramatical, pero carecen de voluntad de estilo; y en la cúspide encontramos a quienes, además de escribir con corrección, poseen un estilo propio y depurado, se expresan con elegancia o musicalidad. En ocasiones se da el caso de que alguien cuyo estilo es original y poderoso plaga sus escritos de numerosos errores ortográficos o sintácticos –era el caso, por ejemplo, de Salvador Dalí.
Cierto cliché afirma que para escribir con estilo no existen recetas, indicando que es algo con lo que se nace, y que si no te viene de serie, pues no hay tutía. Hasta cierto punto, la escritura requiere de cierto sentido del ritmo, exige tener buen oído, más o menos igual que ocurre con la música. Y es algo que resulta difícil adquirir si uno no está dotado para ello; ahora bien, aquí no se trata de que todo quisqui puede convertirse en un James Joyce por arte de birbiriloque, sino de que se adquieran ciertas técnicas para detectar la palabra idónea, para colocar cada signo ortográfico con la mayor elegancia posible o para desechar construcciones manidas, rimbombantes o imprecisas. Y esto último se consigue mediante práctica y muchas lecturas.
Aparte de la casi infalible técnica consistente en sumergirse en el mayor número posible de libros, hay que intentar que éstos sean tanto de calidad como del más variado pelaje, para que acabemos asimilando diferentes estilos de escritura y las situaciones en que cada uno es adecuado; ciertas licencias pueden ser adecuadas para una carta informal o una crónica de fútbol, pero no para un ensayo o un texto administrativo, por ejemplo. Otra forma de depurar nuestro estilo es prestar atención a los consejos de los expertos, lingüistas que nos ayudan a reflexionar sobre cómo escribimos y a hacerlo cada vez con mayor precisión. Os proponemos que empecéis con los tres que mencionamos a continuación, cuyas columnas son el mejor antídoto contra el estilo farragoso o inexacto:
Luis Maygrinyà ha sido durante años uno de los grandes defensores de un estilo tan rico como natural en lengua castellana y, sobre todo, de evitar el estilo recargado o confuso. Por desgracia para quienes lo seguíamos con la esperanza de seguir puliendo nuestro estilo, su colaboración con El País terminó hace escasos meses. No obstante, los artículos sobre estilo son casi atemporales, por lo que consultarlos en la hemeroteca de la edición digital de El País es una gran forma de conocer al que fue durante años lexicógrafo de la RAE.
Además, Magrinyà ha publicado un libro, Estilo rico, estilo pobre, en el que los más perfeccionistas en el arte de la escritura encontrarán magníficos consejos y ejemplos sobre el buen o mal uso de nuestra lengua. Lo que diferencia sus consejos de los de otros lingüistas es que no se limita a examinar artículos periodísticos o textos sin excesiva voluntad de estilo, sino que también analiza pasajes de grandes escritores y no le duelen prendas para señalar en ellos inexactitudes o usos pobres del lenguaje.
Para conocerlo: este artículo sobre latiguillos y expresiones omisibles, o este otro, sobre el lenguaje relacionado con el sexo y los eufemismos, anglicismos o cursiladas que empleamos para hablar de él.
Álex Grijelmo resultará familiar a la mayoría de nuestros lectores. El veterano periodista de El País y presidente de la Agencia Efe publica todos los domingos su columna “La punta de la lengua”, en la que aborda cuestiones de semiótica a menudo relacionadas tanto con la ética periodística como con el estilo. Es también autor de diversos manuales relacionados con el uso de la lengua, escritos en un estilo cercano y mordaz: Palabras de doble filo, La seducción de las palabras o Palabras moribundas, por ejemplo.
Para conocerlo: el artículo Verbos calificativos, sobre los indeseables efectos que éstos pueden tener sobre una información que se pretende objetiva, o este otro, acerca de cómo el uso de los verbos potenciales –habría, sería, podría, estaría- condicionan la forma en que transmitimos información periodística, y la sensación de objetividad o falta de ella que producen.
Lázaro Carreter no podía faltar en un artículo como este: aunque murió hace pocos años, por suerte para nosotros sus artículos siguen disponibles gracias a las benditas hemerotecas digitales. En la sección “El dardo en la palabra” reflexionaba sobre usos incorrectos de ciertas palabras que a menudo pasan desapercibidos hasta a los lectores más avezados. El éxito de su columna le llevó a publicar un recopilatorio de sus artículos, también titulado “El dardo en la palabra”, tratado imprescindible para quienes aspiran a encontrar la palabra exacta y a evitar desaguisados semánticos.
Para conocerlo: el artículo Sin paliativos, en el que pasa revista a usos imprecisos de la terminología política, o Ante julio –muy apropiado en estas fechas-, dedicado al vocabulario deportivo y a las expresiones que empleamos para expresar terror o asombro.
Confiamos en que esta serie de consejos y artículos os resulte de utilidad para seguir vuestra expresión escrita; aprender español y usarlo con elegancia es una tarea tan inagotable como inspiradora e incluso divertida. No dejéis de seguir el blog de International House Madrid, en el que trataremos de abordar más cuestiones relacionadas con nuestro idioma.