No nos engañemos: difícilmente Berlín puede ser considerada una de las ciudades más bonitas de Europa. Al menos, es escasa la gente que la visita con la esperanza de deleitarse con sus monumentos o enclaves emblemáticos, y tampoco figura en lista alguna sobre las capitales más visitadas del continente. Sin embargo, sí me atrevería a decir que es una de las más acogedoras, bulliciosas e interesantes.
Evitaremos mencionar en este artículo los atractivos más manidos de Berlín. Por ejemplo, el Checkpoint Charlie (emblemático puesto fronterizo) no pasa de ser un reclamo interesante sólo para aquellos que busquen un suvenir o un selfi para el recuerdo, e ídem casi puede decirse del Muro de Berlín; salvo que uno tenga un cierto fetichismo histórico, pesa mucho más el vago concepto de “haber estado ahí” que el interés o la belleza intrínseca de dichos lugares, que no son, ejem, especialmente interactivos. Os proponemos cinco interesantes alternativas a las visitas más trilladas de las guías de viajes:
Museo de la Bauhaus: por supuesto, no se trata de un museo desconocido, pero sí queda en un discreto segundo plano frente a otros de la ciudad, sobre todo los que se encuentran en la conocida como Isla de los Museos. En él se muestran algunos los diseños más emblemáticos de esta fructífera escuela cuyos méritos e influencia en el campo de la arquitectura o el diseño gráfico fueron asombrosos. Kandinsky, Paul Klee, Mies Van der Rohe, Lázsló Moholy-Nagy o alter Gropius son algunos de los artistas cuyas obras podrás contemplar en sus salas.
Museo de videojuegos de Berlín: el primer museo de videojuegos del mundo. Se estima que alberga unos 16.000 juegos, 10.000 revistas y publicaciones de toda índole, y, por supuesto, todas las consolas y ordenadores antiguos más importantes de la historia de esta industria. Como es natural en un museo de estas características, al visitante se le permite machacar botones con algunos de los títulos que más furor han despertado en los jugones. Incluso está expuesto ‘Computer Space’ (1971), la primera máquina de videojuegos que funcionaba con monedas. En este vídeo podéis haceros una idea de lo que os espera tras las puertas del museo. Y, por supuesto, no faltan abundantes explicaciones y datos históricos sobre la evolución de esta simpática actividad lúdica que, durante muchos años, se consideraba apenas un divertimento tontorrón y banal para niños -sin embargo, hasta el prestigioso MoMa les concede cada vez mayor atención.
Tour Alternativo: bastante sugerente es el que propone un recorrido por la contracultura berlinesa. Desde el barrio turco de Kreuzberg o la comunidad judía hasta las galerías de arte alternativo, los mercados de comida orgánica, los grafitis más asombrosos, etc. El guía os informará acerca de los centros de arte alternativo -como la casa Tacheles, que hasta hace escasos años fue uno de los más importantes de la ciudad-, la escena musical underground berlinesa o el enorme festival de música de baile conocido como Love Parade… Por supuesto, resulta un poco irónico que un conjunto de actividades que en principio fueron consideradas contraculturales se hayan convertido en un reclamo turístico, así que siempre es recomendable hablar con los lugareños y hacer un recorrido más espontáneo por la apasionante escena alternativa berlinesa.
Y para quienes aprecien la música electrónica, Berlín tiene mucho que ofrecer: su escena de música de baile es la más importante de Europa y, probablemente, del mundo. Desde los años 80, la capital germana ha acogido a los mejores DJs internacionales y posee los clubes más imponentes y mejor ambientados (con permiso de Londres) del continente. Y un poco de vida nocturna nunca es mal complemento para experimentar de primera mano la escena alternativa de la capital germana. En este artículo de The Guardian podéis encontrar algunas pistas sobre los sitios más señeros.
La Asociación Berlinesa del Submundo: con este nombre, que parece digno de la corporación de un villano de James Bond, se conoce a una organización dedicada a conservar enseñar los encantos del subsuelo berlinés. El plato fuerte de los tours para visitantes es la red de túneles y refugios antiaéreos donde se ocultaron muchos alemanes durante los bombardeos de la II Guerra Mundial. Una visita muy apetecible para los interesados en la historia europea -y los lugares sórdidos y poco ventilados, claro-.
Hay que tener en cuenta que, debido a los bombardeos de la II Guerra Mundial, se excavó en Berlín una inmensa red de búnkeres que fue preservada e incluso ampliada durante los años de la Guerra Fría. En estos recorridos podréis aprender no sólo sobre la historia que hay detrás de su construcción, sino ver cómo era la vida en ellos; en esta web detallan en qué consisten los tours y las diferentes visitas que permiten realizar.
Los mercadillos: aléjese de ellos la gente que deteste las aglomeraciones o, en verano, el calor (y sí, en verano puede hacer bastante en Berlín). Sin embargo, para quienes, como yo, hemos crecido deleitándonos con la chamarilería y el coleccionismo que campan a sus anchas en el Rastro madrileño, es todo un placer pasear por los mercadillos alemanes. Carecen del encanto de, pongamos, Candem (Londres), pero están bien surtidos de mil curiosidades, discos a precio de ganga, cámaras de fotos antiguas, espectáculos musicales o de teatro, etc. Como los mercadillos casi se cuentan por decenas, os remitimos a esta lista en la que figuran algunos de los más populares.
Por ejemplo, el de Mauerpark es de los más atractivos y eclécticos de la ciudad: ubicado en un parque, no sólo cuenta con cientos de puestos dedicados a la venta de vinilios, material fotográfico, accesorios vintage, artículos decorativos, etc., sino que en él se reúnen músicos, mimos, bailarines y demás gentes de la farándula en un ambiente muy hippie, ideal para pasar una tarde entre música y cachivaches con encanto.
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