Seguimos empeñados en desvelar los intríngulis de la nomenclatura de los géneros musicales. Como podremos comprobar en estas líneas, casi ninguno es de nuevo cuño ni fue creado ad hoc para designar a los nuevos estilos surgidos durante el siglo XX, sino que su uso se remonta en el tiempo, casi siempre con un significado muy diferente del actual.
Dedicamos la primera parte de esta serie a la etimología de los giguientes géneros: funk, rock, rap, blues y flamenco. Puedes leerla en esta entrada del blog de International House Madrid. Sigue leyendo para conocer el origen de otro puñado de estilos musicales bastante populares:
JAZZ: El origen de la palabra “jazz” es un tema controvertido y difícil de rastrear. Por un lado, en el slang estadounidense sus alusiones eran sexuales, y se usaba para referirse, simple y llanamente, al fornicio; por otro, en un diccionario de 1860 dicho término (aún escrito como “jasm”) remitía a la energía y al vigor en un sentido amplio.
Dado que analizar todos sus usos históricos daría para toda una entrada de blog, nos centraremos en el meramente musical: en 1915, el Chicago Daily Tribune recoge la palabra “jazz” en una crónica musical, y se estima que hacia 1917 se había extendido su uso gracias a una grabación de la Original Dixieland Jass Band (aún escrita con ese en vez de zeta) que vendió más de un millón de copias.
Y, como se decía en un artículo de 1924, ‘si se conociera el verdadero origen de la palabra ‘jazz’, jamás sería mencionado en la alta sociedad‘. Y así fue hasta que la sola mención del término empezó a remitir a eruditos y melómanos encopetados…
POP: Probablemente la palaba más traída y llevada de todas las que aquí se analizan: el sonido “pop” es una onomatopeya perfecta, que alude a género tan omnipresente que parece fácil pensar que ha existido siempre. Su acepción más común remite a “abrirse de pronto con un pequeño sonido explosivo”, y data del siglo XV. En 1812, “pop” se emplea por primera vez para referirse a los refrescos o bebidas carbonatadas, y en poco tiempo pasó a decorar algunas de esas bonitas botellas.
Tras tanto rodeo llegamos a 1926, momento en que, según los registros, se usó por primera vez la palabra “pop” para referirse a algo “con atractivo popular”. Y en los años 50 los británicos comenzaron a difundir la expresión “música pop” para definir el sonido de las bandas de rock más populares del momento; sólo a partir de finales de los 60 “pop” y “rock” se convirtieron en términos no solo diferenciados, sino a menudo rivales. Por último, el concepto creció hasta convertirse en un aglutinador de todas las formas de arte cuya naturaleza es popular, y por tanto opuesta a la de corte clásico o académico, ya se trate de música, pintura, escultura, decoración…
SOUL: La primera referencia conocida al “soul” en sentido musical se atribuye al filósofo inglés William James, quien la empleaba para referirse a una suerte de “música interior”. Sin embargo, su acepción popular se debe al slang jazzero, que hacia 1946 lo definía como “una cualidad instintiva que es percibida por las personas de raza negra como un atributo”; se trataba, en resumen, de una expresión de orgullo afroamericano.
Hacia 1961 se otorga al término su carta de naturaleza, cuando empezó a emplearse para designar a la evolución de la música góspel en la que los cantos de amor de naturaleza divina pasaron a ser más… terrenales, y a sustituir deidades por mujeres.
PUNK: En este interesante artículo señalan que la expresión “taffety punk” procede de la comedia Bien está lo que bien acaba, de William Shakespeare, quien la empleó para referirse a una “ramera elegante”. Hacia 1896 la palabra designaba algo insignificante o despreciable, pero también a un “joven delincuente”; así, el escritor y crítico musical Legs McNeil nos recuerda que en las series policiacas -como la famosa Kojac- era habitual que los agentes se refirieran al delincuente como “sucio punk”.
En cuanto a su sentido estrictamente músical, fue Ed Sanders (cofundador de The Fugs) quien definió su música como “punk rock” en marzo de 1970; y el crítico musical Dave Marsh difundió el término en su artículo de 1971 para la revista Creem, sobre el grupo Question Mark & The Misterians. Es interesante comprobar que la música considerada punk englobaba, en sus inicios, a bandas garageras de sonido sucio, e incluso a alguien tan improbable como Bruce Springsteen, y no sería hasta el éxito de grupos como los Ramones o los Sex Pistols cuando su significado quedara mejor acotado.
REGGAE: La hipótesis más convincente sobre su origen es que deriva de rege-rege, un término que aludía tanto a vestir con andrajos como a una riña o altercado. Pero quienes se llevaron el gato al agua fueron Toots & The Maytals, uno de los mejores grupos del género, quienes titularon uno de sus éxitos de 1968 como Do the Reggay. Pese a todo, antes de eso la palabra ya era moneda de uso común en Kingston para identificar una versión más lenta del rocksteady (género padre del reggae).
Como curiosidad, el slang que adorna las letras de las canciones jamaicanas es tan abundante y original como el empleado en el rap. Este interesante diccionario es un buen punto de partida para quienes quieran desentrañar la terminología isleña.
SKA: Ésta es una de las etimologías más confusas y escasamente documentadas, pese a que sus orígenes se fechan a finales de los años 50. Ernest Ranglin, uno de los fundadores del género, afirma que el término se debe al característico sonido –“skat! skat! skat!”– del rasgueo de la guitarra. Cluet Johnson, otro pionero del ska, tenía por costumbre saludar a sus amigos con la palabra inventada skavoovie, a partir de la cual se derivó el nombre popular de esta música jamaicana.