¿Ciencias o letras? Esta tópica pregunta ya nos remite al eterno enfrentamiento entre números y letras; desde pequeños estamos acostumbrados a que, si bien puedan estar juntos -como en las fechas de un texto-, poco bueno traen cuando están revueltos -véanse las temidas ecuaciones-. Por eso resulta especialmente llamativo que una palabra de uso común pueda estar formada por la mezcla de ambos, en perfecta armonía. Algo que no es en absoluto habitual en la mayoría de idiomas, por cierto.
Puntualicemos: nos referimos a números escritos tal cual, sin ser transcritos en letras: por eso hemos dejado fuera de este análisis expresiones como “ser la bola ocho”, “estar en el séptimo cielo”, “a dos metros bajo tierra”, etc. Tal vez en alguna próxima entrada del blog dediquemos un repaso a las más significativas o curiosas de todas ellas para analizar su origen y connotaciones, que tienen bastante miga en la mayoría de casos.
Por supuesto, no hemos de olvidar que los ordenadores y el lenguaje informático, las fechas emblemáticas (11-S, 11M, etc.) y, sobre todo, el uso del lenguaje sms, han provocado que los números se mezclen azarosamente –a veces de forma bastante irritante- con las letras. Pero no tiene nada que ver el hecho de escribir “good4u” como mera técnica para acortar una palabra con los casos en que el número forma parte integral de ella. Ni tampoco nos sirven los llamados numerónimos –como Y2k o WW2, por mencionar los más conocidos-, de los que da buena cuenta este interesante texto (en inglés), pues no son exactamente palabras, y explicar sus características requeriría de un análisis aparte. Sin más dilación, vamos ya con los términos que nos ocupan:
23 SKIDOO: esta expresión, que se hizo muy popular durante los años 20 del pasado siglo, tiene su origen en el slang norteamericano, y su significado es un tanto ambiguo. Alude al hecho de marcharse de algún sitio a toda velocidad, o bien de ser forzado a irse, pero también a marcharse cuando las tornas son buenas y todavía se está a tiempo. Según una de las diversas historias sobre su origen que recoge la Wikipedia, la palabra skidoo (todavía sin número) ya aparecía en algunos periódicos hacia 1906, como sinónimo de mala suerte; pero fue algo más tarde, también a principios de siglo, cuando grupos de hombres se congregaban en la esquina del edificio Flatiron, ubicado en la calle 23 de Manhattan, para intentar ver cómo las faldas de las mujeres se levantaban al pasar por los respiraderos de la calle –vamos, como en la célebre escena protagonizada por Marilyn Monroe– y la policía, al darse cuenta, los obligaba a huir del lugar a toda velocidad. En tales casos los mirones gritaban ’23 Skidoo!!’ y… ¡piernas, para qué os quiero!
Otra de las explicaciones más interesantes sobre su origen se debe al escritor George Ade, quien sugiere que el 23 proviene de las carreras de caballos, y aludía a que sólo 22 de ellos estaban permitidos en cada carrera; si se añadía un caballo más –el vigésimo tercero, claro-, éste salía desde la segunda línea, en una incómoda desventaja, por lo que más le valía apretar el paso para tener opciones de ganar. En cualquier caso, remitimos quienes quieran saber más sobre esta expresión y sepan inglés al completo artículo de la Wikipedia.
También hay que mencionar, como curiosidad, que el muy reputado director Otto Preminger se desmelenó con una lisérgica película llamada “Skidoo”, si bien el 23 no figura en su título. Incluso algunos interesados en la numerología –y la charlatanería- asocian al 23 toda una serie de propiedades y atribuciones históricas, debidas en buena parte al interés que demostró el ocultista Aleister Crowley en ese número en particular. Tampoco los escritores William Burroughs y Robert Anton Wilson escaparon a su influjo, el primero de ellos coleccionando numerosos recortes y noticias asociadas a él, y el segundo ampliando su significado esotérico en su trilogía sobre los Illuminati (sin embargo, él mismo reconoció que “es posible encontrar un significado numerológico a cualquier evento si uno es lo suficientemente listo”). Por último, existe un recomendable grupo llamado 23 Skidoo, que cachondamente tituló una de sus canciones como “Catch 22”. Y con ese término vamos ahora…
CATCH-22: traducida al español, significa tanto “círculo vicioso” como “callejón sin salida” o “pescadilla que se muerde la cola”, es decir, situaciones en las que uno se encuentra atrapado. Esta palabra proviene directamente de una obra literaria, la parodia militar que el escritor inglés Joseph Heller desarrolló en la novela homónima. Aunque el término nunca ha dejado de usarse, al parecer cobró especial relevancia para la juventud que asistió a la Guerra de Vietnam, quienes encontraron en él un recurso para definir sus sentimientos hacia ella.
“Catch-22” se tradujo en España como “Trampa-22”, y alude en el libro a un artículo ficticio del reglamento castrense, cuya explicación puede resumirse así: “un piloto estadounidense en la Segunda Guerra Mundial trata de evitar entrar en combate haciéndose pasar por loco. Paradójicamente, el artículo 22 del reglamento establece que nadie en su sano juicio querría pilotar un bombardero en semejantes circunstancias, de modo que su alegación demuestra en realidad que está cuerdo y que debe seguir pilotando” (tomada de este enlace). Se trata, en resumen, de una trampa lógica, una paradoja que se cierra como un cepo sobre su infortunada víctima, a la que exige que, para salir de su situación, debería encontrarse en una situación completamente distinta –algo, huelga decir, imposible-. Por poner un ejemplo de esto que a muchos os resultará familiar, pensad en la célebre frase de Groucho Marx: “nunca formaré parte de un club en el que admitan a miembros como yo”.
Aparte de disfrutar del honor de haber acuñado un término nuevo, Joseph Heller puede enorgullecerse de que su novela se mencione a menudo como una de las mejores en lengua inglesa, y también la película basada en ella, dirigida por Mike Nichols, es imprescindible para cualquier aficionado al Séptimo Arte que se precie. Y, tal y como vimos que ha ocurrido con “23-Skidoo”, varios autores han querido homenajear a tan carismática palabra: por ejemplo, uno de los episodios de la serie “Lost” la lleva como nombre, y también inspiró en suyo a un grupo de ska-punk que el autor de este artículo apreciaba mucho de adolescente.
Esperamos que os haya interesado este artículo. Si queréis aprender inglés, español u otros idiomas, y conocer diversas curiosidades sobre etimología y la cultura asociada a ellos, no dejéis de seguir el blog de International House Madrid.