Mientras algunas personas dedican incontables horas a construir maquetas, ensamblar puzles o diseñar planes para dominar el mundo, un reducido grupo de peculiares y sensibles seres da rienda suelta a su creatividad diseñando idiomas inventados. Existen tentativas de lo más extravagante, si bien solo un puñado de ellas ha cosechado relativo éxito.
Antes de continuar queremos distinguir entre lenguas auxiliares -que pretenden simplificar la comunicación entre personas, para así escapar a la maldición de la Torre de Babel- y lenguas artísticas, que son aquellas mediante las que un artista crea un idioma nuevo con fines puramente lúdicos o estéticos. Digamos, en resumen, que tanto el klingon como el esperanto son lenguas inventadas, pero poco tienen que ver su proceso de concepción o sus propósitos. Y no, poco importa el hecho de que nos resulten completamente indescifrables; no aceptamos el aserejé ni el idioma en que se expresa Jesulín de Ubrique como idiomas artificiales o inventados.
Vamos con algunas de las lenguas artísticas más elaboradas e interesantes. De momento ninguna de ellas se imparte en International House Madrid, pero quién sabe si acabaremos incluyéndolas en caso de que haya suficiente demanda…
Los idiomas de Tolkien: antes de alcanzar la gloria como escritor, el bueno de J.R.R.Tolkien ya se dedicaba a fabricar idiomas como un poseso. Se estima que solo para recrear el universo de su trilogía sobre la Tierra Media inventó 15 idiomas diferentes, a los que tenemos que añadir los tres que creó durante su juventud. Y ojo, que estamos hablando de concebir lenguas completas -incluso con sus respectivas variantes dialécticas, ahí es nada- no de diseñar cuatro frases con sonido exótico por aquí y por allá.
Lo que hace especialmente interesantes a las lenguas inventadas por Tolkien es lo bonito que suenan algunas de ellas, como el mencionado sindarín o el quenya (inspiradas en el gales y el finés, respectivamente), dado que el escritor otorgaba especial importancia a dotarlas de una fonética elegante y resultona. De hecho, tanto fardan sus idiomas y tan bonito suenan que, según parece, hay una profesora de Birmingham que se dedica a enseñar sindarín (una variante del élfico) a sus alumnos.
Klingon: servidor nunca ha sido fan de Star Trek, pero hay que reconocer que acudir a una convención de trekkies y escuchar cómo uno le dice a otro, con gran aplomo y seriedad, “Qapla’” (que se traduce como“que tengas el honor de morir en batalla y nunca sobrevivir a la derrota”),debe ser algo digno de ser presenciado.Este idioma de sorprendente difusión y pedigrí fue creado en 1979, coincidiendo con la primera película de la saga –la serie original nació en 1966.
¡Incluso existe el Instituto del Lenguaje Klingon! No se sabe con precisión cuántas personas lo hablan, dado que en muchos casos sus aproximadamente 7.000 seguidores se limitan a paparruchear un puñado de expresiones klingosas; eso sí, el número de expertos que dominan el idioma no supera la centena. El libro Guinness de los Récords lo considera el lenguaje de ficción más hablado en el mundo, y no en vano los cerebrines de Microsoft tuvieron la brillante idea de incluirlo en el traductor de Bing (al que, sin embargo, el serbio o el croata le importan un comino).
Aklo: un idioma inventado por el escritor Arthur Machen, quien lo concibió específicamente para su relato de terror El pueblo blanco, escrito en 1899. Sin embargo, el responsable de que esta lengua alcanzase gran difusión fue el también escritor de relatos de terror H.P. Lovecraft, quien quedó fascinado por la belleza del idioma que Machen imaginó. En sus relatos El horror de Dunwich y El morador de las tinieblas recurre al uso de aklo, y a partir de entonces diversos escritores –Alan Moore o Robert Anton Wilson, principalmente- han recurrido a él por lo sugerente que resulta como idioma secreto, empleado en misas negras y cultos esotéricos (por ejemplo, asociado a los Illuminati). No existe una gramática ni vocabulario establecidos para el aklo, y tampoco está claro en qué idiomas se basó originalmente Machen para concebirlo.
Así de sugerente luce el aklo: Ph’nglui mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wgah’nagl fhtagn. (‘En su casa de R’lyeh, el fallecido Cthulhu espera soñando’).
Nadsat: ideado por el escritor Anthony Burgess, este idioma inventado se compone de inglés aderezado con retazos del ruso, patrones rítmicos del cockney, inspiración de la biblia del rey Jacobo y algunas palabas de la propia cosecha de Burgess. Se trata de un idioma que carece de palabras abstractas, recurso mediante el cual el autor deseaba plasmarla superficialidad juvenil (la propia palabra “nadsat”, proveniente del ruso, significa “adolescente”) de los personajes de su libro La naranja mecánica. En este enlace encontraréis un glosario con todos los términos en nadsat que Burgess ideó.
Neolengua: una de las cimas de los lenguajes inventados, no tanto por la complejidad o la belleza de su gramática y su vocabulario, sino por la capacidad visionaria de George Orwell al idearlo. En su célebre 1984, el Partido la usa para controlar los pensamientos de la población; se trata, básicamente, de una manipulación absoluta del lenguaje mediante el uso de eufemismos llevados al extremo.
Basta con fijarse en la forma en que se expresan actualmente los políticos para encontrar ejemplos de neolengua por doquier; aquí, por ejemplo, recogen algunos de los casos más flagrantes. Sirva como ejemplo el término “nobueno”, que en el libro de Orwell se usaba para sustituir la palabra “malo”. No resulta muy difícil establecer paralelismos…