Aprender español: ¿Por qué la palabra del año fue selfi»?»

Es probable que muchos hayáis visto esos titulares que cada año nos recuerdan cuál ha sido “la palabra del año”. Y que, como a menudo ocurre con cualquier concurso, muchos os llevéis las manos a la cabeza, exclamando que vaya palabreja más fea, que no la usa ni el tato, que es una vulgaridad o una modita pasajera, etc. Intentaremos aclarar quién decide que una determinada palabra merece tales honores, cómo se hace, si está justificado o no, y todo lo que ello implica.

Se supone que, de entre todas las instituciones que eligen la palabra más estupenda de cada año, la de mayor prestigio es la American Dialect Society, una fundación con más de un siglo de antigüedad que inició este curioso concurso en 1991 (aunque la pionera en esto es una institución germana, que hace lo propio desde 1977). Veamos algunas de sus elecciones recientes:

2003: “metrosexual” (no requiere traducción)

2007: “subprime” (es decir, las famosas hipotecas basura)

2009: “tweet” (pues eso, lo del Twitter)

2011: “occupy” (viene de las manifestaciones tipo “Occupy Wall Street”)

Como puede verse, se trata de palabras que “lo han petado” (otra manida expresión muy de moda estos días) durante sus respectivos años, que son más bien recientes y están a menudo relacionadas con las nuevas tecnologías, que son, al fin y al cabo, las mayores responsables de que se acuñe tanto neologismo. Una pequeña sorpresa es la que supuso elegir “because” (“porque”) en 2013 como palabra del año. “¿Qué pedigrí, qué novedad, qué belleza estética tiene el tan vulgar ‘because’?”, os preguntaréis con razón. Pues bien, la eligieron por su nuevo uso, es decir, el “because” introducido antes de un nombre, adjetivo u otras partes del discurso, como explican aquí. Cosas como no ir a una fiesta “because tired” (“porque estoy cansado”) o afirmar “because science” (“por razones científicas”). Una curiosa manifestación de la economía lingüística de que hacen gala los anglófonos.

La cosa no acaba aquí, porque la lista de palabras incluye diversas categorías, entre las que se incluye la de la palabra más original, la más innecesaria, la más útil o la más eufemística. A continuación tenéis tres que nos han parecido curiosas por su rareza o estupidez, y podéis ver la lista completa -que contiene algunas curiosidades para aprender inglés, de paso- en este enlace.

2011: “assholocracy” (gobierno de los “assholes”, es decir, de los gilipollas)

2012: “self-deportation” (eufemismo que significa “autodeportación”)

2013: “sharknado” (un tornado lleno de tiburones, claro)

En España, la RAE no se ocupa de elegir las palabras del año, sino que es la Fundéu (Fundación del Español Urgente) sobre la que recae dicho honor. Y, cómo no, la palabra “selfi” ha arrasado, tanto por estar en boca de todos como por vender palitroques ad hoc. Pese a que la palabra no tiene nada de nuevo, ya que es sólo un neologismo molón para referirse al autorretrato de toda la vida, y a que las consecuencias de abusar de él pueden ser fatales, la Fundéu la ha elegido como palabra del año 2014, venciendo a esa ilustre finalista que fue “postureo” (podríamos decir que ambas palabras van bastante de la mano, por cierto).

Así explican la elección en su propia página web: No buscamos la palabra más bonita ni la más original o novedosa. Queremos que nuestra palabra del año, además de estar relacionada con la actualidad y, por tanto, haber estado muy presente en los medios, tenga un cierto interés lingüístico, ya sea por su formación o por la fuerza de su penetración en el lenguaje común. De hecho, en la propia Fundéu se han cansado de sugerir el uso de “autofoto” en lugar de “selfi”, pero no ha cundido el ejemplo, suponemos que por ser más larga y tener menos glamur y aire extranjero.

Hay que señalar que éste es el segundo año en que la Fundéu elige palabra del año, después de que en 2013 la vencedora fuera “escrache”. Antes de esto, las ganadoras se elegían más bien a ojo de buen cubero, como demuestra esta noticia sobre las del 2012 del periódico 20 Minutos, que resalta términos como “yayoflauta”, “tróspido” o “coach”, o esta otra, de El País, que enumeraba algunas como “sexting”, “eccehomo” o “cholismo”. Si nos remontamos a 2011, recordaremos cosas tan entrañables como “mini-job”, “piquetón” o “believers”. Todavía encontramos una última lista, de nuevo elaborada por 20 Minutos, de 2008, con términos como “gayer”, “afterwork”, “miembra” o “tuppersex” pero antes de eso… nada, al menos mediante una rápida búsqueda en Google.

Lamentamos que en los países hispanos no exista este concurso desde hace más años, porque comprobar qué palabras han sido las más pujantes durante un determinado año es un buen ejercicio de memoria, y sorprende comprobar cuáles de ellas han sobrevivido y cuáles revelaron ser una moda pasajera o un término demasiado circunscrito a la actualidad o a una tecnología efímera. Pensemos, por ejemplo, que la RAE acaba de incluir la palabra sms (mensaje de texto) en su diccionario; ¿qué persona menor de sesenta años usa ese término? ¿acaso no está ya herido de muerte por el Whatsapp? Que no os extrañe si dentro de pocos años los jóvenes tienen que recurrir al diccionario para saber a qué se referían los abuelos con “te mando un sms”…

Confiamos en que os hayan resultado interesantes los entresijos de este peculiar consurso. Y, por supuesto, para aprender español, inglés u otros idiomas y descubrir los entresijos de su vocabulario, no hay nada como apuntarse a un curso de International House Madrid

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