Doblaje vs. versión original (II)

(Viene de la 1ª PartePese a las indudables bondades de mantener las voces en su idioma original, parece exagerado pretender que el doblaje ha retardado el aprendizaje del inglés en España (como afirma, por ejemplo, Muñoz Molina), porque ese enfoque casi parece sugerir que un idioma se aprende por ósmosis.

Otro hecho que parece desmentir esta creencia es que en la mayoría de países donde impera la VO, la excepción a la regla son aquellas obras dirigidas al público infantil, como los dibujos animados, que sí se doblan. Y es precisamente durante la infancia cuando más importante debería ser la exposición a otros idiomas, algo que IH trata de fomentar mediante las reseñas de películas y libros en sus cursos de inglés.

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Grosso modo, el norte de Europa y los países balcánicos son las zonas de nuestro entorno donde apenas se usa el doblaje. Por el contrario, Austria es el país que más rechaza la versión original -70%-, seguida por Italia, España y Alemania. Este último dato demuestra que no es tan fácil correlacionar el dominio del inglés con la presencia o ausencia de doblaje, y que no es un factor tan relevante como en algunos casos se pretende hacer creer. No menos cierto es que Portugal, cuyo presupuesto en educación es más o menos similar al español, tiene más éxito en la enseñanza de idiomas y apuesta por las películas en versión original subtitulada. Aunque sería necesario un estudio más profundo de este hecho, el caso portugués parece dar la razón a quienes defienden el papel de la VOS en el aprendizaje de idiomas. En cualquier caso, resulta un tanto contradictorio que en España se apueste fuertemente por el bilingüismo (al menos sobre el papel) a la vez que las películas en VOSE siguen relegadas a un papel del todo secundario, pese a que la TDT permite cambiar el idioma en que se emiten la mayoría de películas y añadirles subtítulos.

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Otro factor que puede inclinar la balanza a favor de la implementación de la VOSE es la avalancha de series extranjeras que ha invadido la parrilla televisiva de la piel de toro; algunas producciones extranjeras, con la HBO en cabeza, son emitidas en su idioma original, y cuando ambas versiones están disponibles muchos seguidores optan por hacer caso omiso de la doblada. Esto es comprensible por la baja calidad de los doblajes de series, que exigen un trabajo mucho mayor que el de cualquier película: duración muy superior, una ingente cantidad de personajes y, en ciertos casos, acentos de lo más dispar. Sirva como ejemplo de esto último “The Wire”, abundantísima en jergas y expresiones coloquiales casi intraducibles; escuchar a sus personajes hablar en español puede hacer sangrar incluso las orejas de los defensores a ultranza del doblaje. En términos generales, podríamos decir que las series extranjeras han puesto de manifiesto las peores consecuencias de esta tradición tan propia de nuestro país.

Como colofón, añadimos un par de curiosidades históricas: los inicios del doblaje coinciden con la llegada del cine sonoro y la necesidad de los estudios hollywoodienses de rentabilizar sus películas en mercados no angloparlantes; así, 'El Cantor de Jazz' (1929) fue la primera película doblada a otros idiomas, y Luis Buñuel el primer director español encargado de tareas de doblaje. Por otro lado, y aunque en este caso no hablemos de doblaje en sentido estricto, autores de la talla de Jardiel Poncela o Mihura se afincaron en Hollywood durante los años 20, y allí se ancargaron de poner voces desternillantes a películas mudas (adelantándose en muchas décadas al programa 'El Informal', por ejemplo).

Esto desmiente -al menos en parte- un lugar común que a veces traen a colación los detractores del doblaje, basado en afirmar que fue una imposición franquista. Si bien es cierto que durante la dictadura se doblaban películas con el objetivo de suprimir o modificar líneas de diálogo potencialmente conflictivas (especialmente sangrante fue el caso de 'Casablanca') y se empleó como elemento represivo, sus orígenes, como acabamos de ver, se remontan a la década anterior. El analfabetismo imperante en la época hubiera hecho difícil que gran parte del público pudiera entender los diálogos, por lo que buena parte de la producción cinematográfica extranjera vería su difusión seriamente mermada. 

¿Qué opináis vosotros? Cualquier comentario sobre las bondades de uno y otro sistema será bienvenido.

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